miércoles, 31 de marzo de 2010

Virgen de Regla te llamo en mi canto

Estampa personal de la procesión del 21 de Noviembre de 1998  
Maitreyi Villamán Matos



Ayer fui a la Catedral de la Virgen de Regla en Bani, acompañada de Ruth y Deneriz, para unirnos a la celebración del día de la patrona banileja. Anticipamos con fervorosa alegría la procesión de la Madre Santa, a las cuatro de la tarde, por algunas de las principales calles del pueblo.
Cuando llegamos a la catedral ya los devotos “calentaban el piso” cantando salves tradicionales a capela.
La Virgen de Regla ha bajado de su trono. Está accesible, casi al alcance de la mano, hermosamente vestida de blanco; radiante en una pureza de azucenas. Resplandecen sus adornos de oro, corona, halo y aretes, más una gran luna menguada descansando sobre su falda. Unas piedras preciosas rosadas añaden un toque de color zigzagueante.
El efecto total es de un esmero, cuidado y riqueza sin igual; es obvio que es su día de fiesta y  está amorosamente adornada con sus mejores galas. El Niñito Jesús que descansa en sus brazos no se queda atrás, pues a Él también le ha tocado parte de los honores.
Bajada del trono situado en el altar mayor de la catedral, ahora está colocada sobre un cargador/paseador  portátil hecho de caoba, lista para la procesión.  Los devotos cantantes salen a la plazoleta situada a un costado de la catedral cuando llegan los paleros y tenemos que bailar al aire libre. ¿No se permiten la entrada de los palos?
♫ “Arriba San Miguel”♫
♪ “Vi a San Martin de Porres allá en el cerro”♪
 Se puede oír el constante batir de olas marinas en el silencio del cuero en el palo mayor y en  los chasquidos del güiro  se acurrucan choques del cascajo pedreguero que la ola, bonita para navegar, mece.
Para las devotas, subiendo la salve para su Reina, y para los paleros, llevando el ritmo a golpe de los tambores, la Virgen de Regla es morena. Morena por decir negra,  reflejando la carne azabachada de todos sus rostros mulatos que a esta hora de la tarde le cantan salves, como es, como tiene que ser y como ha sido desde tiempos inmemorables. Y de vez en cuando una devota se alienta a rezarle en la danza, bailando serena. La cantante en su voz enciende una llamarada de súplicas melosas, insistente inspiración, rezando por una revelación.
Un toque urgente de campanas silencia el toque de palos. Los devotos  encargados de llevar en hombros a  Nuestra Señora de Regla se le acercan con disimulado orgullo, pero muy respetuosos, por considerar esta tarea un gran honor.
La Virgen de Nuestra Señora de Regla hace una salida majestuosa del ámbito silencioso de la catedral al cielo diáfano perlado de un sol caribeño. Le sigue la Banda de  Músicos de la Marina y me lo encuentro muy acertado, siendo ella la  Virgen y Diosa del Mar, Emperatriz de los siete océanos vivientes y un Mar Muerto. Los músicos vestidos de blanco, despliegan un sabor amelcochado en cada melodía. Marcha la muchedumbre acentuando, con el sonido de sus pasos, el ritmo calmado de trompetas y flautas; endulzando las calles de Baní con sus rezos y salves.
Le dimos la vuelta al pueblo. En diferentes lugares de la procesión devotos entonan salves y un grupito contesta. Pero no podemos decir que todo el mundo va cantando, no. Un espíritu de recogimiento nos ayuda a desplazarnos por las calles de Bani.  La gente agolpada en los balcones, azoteas y aceras, salen a mostrar sus respetos o por simple curiosidad

Al paso de la Madre del Agua se respira un ambiente controlado, digno, “de aquí no hay relajo, pues esto es en serio”. Sin caer en el gesto almidonado. En relajado caminar, la procesión se desplaza hombro con hombro, el espacio es mínino entre los cuerpos, sin embargo nadie protesta porque todos avanzamos acomodados en un gran círculo de Gracia.  
Las cámaras de noticias, videos, fotos y grabadoras, buscan eternizar este encuentro. Los comercios alrededor de la catedral están cerrados; más  lejos uno que otro colmado es abarrotado por los penitentes y  los dueños hacen su agosto  vendiendo ¡algo de beber, agua, refresco, lo que sea!
Hasta el gobernador de la Provincia de Peravia  está presente. También  un comandante de la Marina, general de cinco estrellas. Y la Reina de las Fiestas Patronales,  una linda señorita banileja, que vestida de blanco como una novia, saluda sonreída a sus súbditos y allegados.
A la banda Municipal de Música de Baní le toca el honor de cerrar la procesión, encaminando a la Virgen Negra de regreso a su bendito altar.  Tan pendiente estaba del compás de las salves y oraciones que no me  percaté que ya habíamos completado el recorrido y estábamos nuevamente frente a la catedral.
Depositada en el altar eucarístico, sus hijos la tocan directamente, llevándose en sus manos una chispa de Gracia, mientras depositan en ella, su Madre Negra, una oración  y una promesa renovada de regresar el año próximo a festejarla otra vez.  
Adiós, Madre de Regla. ¡Adiós no, solo hasta luego!

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